Hace pocos días fallecía Su Majestad la Reina Fabiola de Bélgica, título que pasó a ostentar a la muerte de su esposo, el Rey Balduino, Rey de los Belgas. Sin embargo, su título anterior de Reina de los Belgas siguió en el corazón de los súbditos del país del que fue Reina Consorte , así como del que la vio nacer como aristócrata, España.
Fabiola fue a completar con su humanidad, humildad, dulzura, gracia y simpatía a un Rey “triste” de 20 años (por la infancia y juventud que vivió), llevando el sol español a su media naranja y a Bélgica. Encajaron a la perfección gracias a que ambos tenían los mismos convencimientos morales y religiosos (es significativa la anécdota de que el Rey renunció por unas horas a su condición de Rey para no sancionar en el Parlamento Belga la Ley de despenalización del aborto), aceptaron con fe el que la vida no quisiera mandarles descendencia, tal y como el Rey decía: “Nos hemos preguntado por el sentido de este sufrimiento: poco a poco hemos ido comprendiendo que nuestro corazón estaba así más libre para amar a todos los niños, absolutamente a todos”. ¿Ejemplarizante no?
Su boda se celebró el 15 de diciembre de 1960 en la Catedral de Bruselas, un día frío frío en el que Fabiola deslumbró con su traje elegante y sobrio de Balenciaga en blanco, con adornos de piel y majestuosa capa cola digna de una reina. No ha habido otro igual y eso que como anécdota os cuento que el boceto original fue filtrado a la prensa y el maestro tuvo que diseñar un nuevo modelo en secreto. Tampoco se han vuelto a ver damitas tan especialmente originales con sus abriguitos azul celeste vivo y sus pañuelos de encaje (de Bruselas, por supuesto) encima de sus cabezas ¡y es que una novia y su séquito no tiene por qué cogerse una gripe el día de la boda, que todavía sigo viendo novias sin tirantes en esta época….!
Y en el funeral de su esposo volvió a repetir el blanco, para convertir el duelo en un día de gloria, esperanza y resurreción.
La generosidad de Fabiola se pudo apreciar a lo largo de toda su vida, hacia su esposo, hacia su familia y el pueblo belga, e incluso en desprenderse de algo tan emotivo como su traje de novia, que donó la Fundación Balenciaga, y se puede admirar en el Museo del modisto de Getaria.
Fabiola y Balduino, Balduino y Fabiola, una pareja con una historia de amor irrepetible que, por fin, tras 21 años separados, ha vuelto a empezar en otra vida.